lunes, 3 de noviembre de 2008

Ganó su silla

El uruguayo Canobbio, aquel jugador de cuyo fichaje por el Valencia dijo Rafa Benítez que había pedido una mesa y le habían traído una lámpara, fue ayer una «lámpara maravillosa» que alumbró la remontada del Valladolid ante un Sevilla diezmado, con diez jugadores desde el minuto 34.

El Valladolid afrontaba el partido con confianza, ya que se había reencontrado con el gol en la Copa del Rey. Por el contrario, el equipo de Manolo Jiménez llegaba con una plaga de lesiones que le impedía contar, entre otros, con Capel, el malí Kanouté, el marfileño Arouna Koné, el colombiano Mosquera y el uruguayo Chevantón.

Con ritmo y llegadas por banda, aunque el Sevilla no tenía a nadie específico en la izquierda, el partido tuvo un inicio frenético, pero pronto los hispalenses se volvieron más cautelosos que audaces. De hecho, fue a través de un contraataque, con el Valladolid volcado arriba, como llegó el gol de Renato. El tanto del centrocampista brasileño desarboló al equipo de Mendilibar, que perdió por completo el gobierno del medio campo y eso lo aprovechó el Sevilla en su segunda llegada. Fue el italiano Maresca, en un espectacular remate, el que golpeó por segunda vez a los vallisoletanos.

El encuentro era del Sevilla, pero Luis Fabiano simuló un penalti que le costó la segunda tarjeta amarilla. De esta manera, el partido cobraba vida y todo el vigor que había perdido con el 0-2. El equipo vallisoletano recortó distancias por medio de Jonathan Sesma a dos minutos para el intermedio y el estado del partido cambió. La segunda parte se presentaba con un Valladolid crecido y casi todo por decidir.

Mendilibar apostó por Canobbio en la reanudación y el centrocampista uruguayo, que sustituyó a Escudero, le devolvió la confianza con los dos goles de la remontada.

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